En 1998, Francisco J Gutiérrez publicó su libro Silvio Rodríguez: el elegido. Una magnífica obra de 378 páginas que nos presenta uno de los más profundos y rigurosos estudios de la obra del maestro cubano, y del cual tuve el honor de ser editor. Hoy compartimos un extracto del libro que realiza un brillante análisis de la canción El hombre extraño.
La canción El hombre extraño fue estrenada en el concierto de Chile, el 31 de marzo de 1990, en Santiago, después del retorno a la democracia y fue dedicada a Victor Jara. Sin embargo, alejándonos un poco del hecho de haber sido dedicada al cantautor chileno, el hombre extraño parece ser un hombre marginal, marginado, pero que tiene el don de dar sin pedir nada a cambio. Desprendido de toda ambición material, es en estricto el opuesto al tipo de ser humano “exitoso” que nos propone el capitalismo. El hombre extraño, es un idealista puro, un poeta que cree que el mundo se puede cambiar con sólo amor, con sólo paz.
Desde mi perspectiva, el hombre extraño nos lleva a un tema fundamental: el poder transformador del amor, abordado desde la perspectiva de un ser humano que desde su cotidianidad y desde pequeños actos de amor, logra cambiar el mundo… Como nos decía Galeano: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”. Pero los dejo con el análisis acertado y profundo de mi gran amigo Francisco J. Gutiérrez.
El hombre extraño
La sociedad occidental enferma sanos y entrona malvados. Si estuviera en sus manos el trovador construiría un “pueblo en un bosque muy remoto, dos pulgadas detrás del sol, cada inquilino en una flor y en cada piso está el amor”
Los creadores gozan (¿o sufren?) de sensibilidad, expuesta y enfermiza; cambios de clima, ánimo o conducta los encienden y apagan, los alzan y postran. Crecen en espacios aislados e incontaminados: selva, interioridad o espacios ajenos a pugnas individualistas. Dependen, en otros casos de recursos extra-naturales como drogas, licor o creencia en guías espirituales que sacan a sus seguidores del mundo concreto. Tenemos, por último, los casos de creadores que mediante observación reflexiva y auto-desarrollo recrean o prolongan universos individuales que Silvio define, específicamente, como infancia. Para fortuna de sus adeptos su visión iluminada abreva en esa fuente.
Hecho a su medida éste refugio acrecienta capacidad e ingenio en tiempo de vigilia creativa. Los regreses traumatizan, la cruda realidad zamarrea con inclemencia en forma proporcional a la compenetración alcanzada y ni pensar en el retomo definitivo o en su lenta descomposición.
Al hazmereir de pueblo, hipersensible hijo del ciclo que no se adapta a la voracidad urbano-racional, Silvio dedica esta canción:
Letra de El hombre extraño
Era extraño aquel hombre, / o por tal lo tomaron,
porque besaba todo / lo que hallaba a su paso.
Besaba a las personas, / al perro, al mobiliario
y mordía dulcemente / la ventana de un cuarto.
Cuando salía a la calle / le iba besando al barrio
las esquinas, aceras, / portales y mercados,
y en las noches de cine / (también las de teatro)
besaba su butaca / y las de sus costados.
Por estas y otras muchas / los cuerdos lo llevaron
donde nadie lo viera, / donde no recordarlo,
y cuentan que en su celda / besaba sus zapatos,
su catre, sus barrotes, / sus paredes de barro.
Un día sin aviso, / murió aquel hombre extraño
y muy naturalmente / en tierra lo sembraron.
En ese mismo instante, /desde el cielo, los pájaros
descubrieron que al mundo / le habían nacido labios.
Inmenso e histórico sentimiento de culpa nos invade; ¿cuántas veces la indiferencia citadina ha sido barrote o candado de hombres merecedores de mejor suerte? Cariñosos e inofensivos, objeto de escarnio que ellos con estoicismo soportan sin contrariedad aparente. ¿Qué o quién nos convierte en reguladores de comportamiento? ¿Cuál es el modelo? ¿A quién representa?
Manifestaciones de humanismo acendrado, como EI hombre extraño, traen a mente la amorosa ingenuidad de hermanos mayores, aborígenes de América. El cruel “uso de razón”, ¿cuántos mató y cuántos más desquició?
Los creadores habitan franjas colindantes con dicha y desdicha, exaltación y rutina, dulzura o aspereza y no siempre se entienden sus razones. Se desconoce el ancho de la franja que los expone y convierte, frecuentemente, en malabaristas de la agresividad o la incomprensión.
El norte de la conducta humana no nos es ajeno; lo presentimos y hacia él, desapercibidamente, enfilamos esfuerzos y deseos; mas, cobardía o prudencia hacen estragos en nuestras conciencias.
Artículo El hombre extraño. Pág. 59 Tomado del libro: Silvio Rodríguez El Elegido, 1998. Francisco J. Gutiérrez. Editorial FAID.